Natale sulle Ande

    Johanna(*) è ancora giovane,
    ha occhi piccoli e marroni,
    i capelli neri e un viso largo
    su una carnagione carica e indurita
    da troppe generazioni vissute nell'altipiano peruviano.
    Ha un sorriso fisso e discreto,
    lo stesso che li fece sopravvivere alla puna e al freddo.
    A volte ci parlavamo un po', lei con me e mia moglie,
    quando eravamo in Cile a Santiago
    e Johanna(*) ci puliva la casa
    con una precisione ed una efficacia sorprendenti.
    In bagno ci metteva un sacco di tempo, ma solo lì.
    Noi sorridevamo e ipotizzavamo che si facesse un bagno,
    ma pare di no, forse riposava forse lo usava,
    Mai sapremo quanto bene o come lei pulisse quel luogo così poco sacro.
    Ed in totale silenzio.
    Un giorno ci raccontò del Natale di quando aveva sette anni.
    Nulla mai capitava nel villaggio.
    Ma a mezzogiorno arrivò sopra di loro un piccolo aeroplano.
    Lei e tutti i bambini, corsero fuori dalle loro casupole con il viso su al cielo,
    a far festa e a gridare di gioia.
    L'aereo passò varie volte sopra di loro a bassa quota e poi gettò giù su di loro
    una pioggia di caramelle e di giocattolini meravigliosi. Poi se ne andò.
    Quello fu il giorno più bello della sua vita.
    E per alcuni anni i bambini, che intanto crescevano, nel giorno di Natale continuarono a guardare in alto, tra
    le Ande, con il viso tenero.
    Pieni di speranza.
    Duccio Castelli – 04 Gen 18

Navidad sobre los Andes

    Yovana todavía es joven
    tiene ojos pequeños y marrones
    el pelo negro y una cara ancha
    cuya tez se ha endurecido y cargado
    por demasiadas generaciones en el altiplano peruano.
    Tiene una sonrisa fija y discreta (algo tímida)
    la misma que les permitió sobrevivir a la puna y al frío.
    A veces hablábamos un poco, ella, mi esposa y yo
    cuando estábamos en Santiago de Chile,
    y Yovana nos limpiaba la casa
    con una precisión y eficiencia sorprendentes.
    En el baño se tomaba un largo rato, pero solo en el baño.
    Nosotros sonreíamos suponiendo que tal vez se estaba bañando
    pero parece que no, quizás descansaba, quizás lo usaba,
    Nunca sabremos cómo y cuánto ella limpiaba ese lugar tan poco sagrado.
    Y en completo silencio.
    Un día nos contó lo que vivió en Navidad cuando tenía siete años.
    Nunca pasaba nada en su aldea.
    De pronto a mediodía apareció sobre ellos una avioneta.
    Ella y todos los niños salieron de sus cabañas corriendo y mirando al cielo
    festejando y gritando de alegría.
    La avioneta pasó varias veces a baja altura dejando caer sobre ellos
    una lluvia de caramelos y juguetitos maravillosos. Luego se fué.
    Aquel fue el día más bello de su vida.
    Durante varios años los niños, que ya habían crecido, siguieron mirando hacia lo alto el día de Navidad,
    con su cara tierna, en medio de los Andes.
    Llenos de esperanza.
    Duccio Castelli – 04 Ene 18
    Traducido por Juan Christian Amenabar – 05 Ene 18
    (*) según Pepe, su esposo, el nombre de ella es Yovana